Un millón de historias

O bsesionados con " me gusta ", " favorito ", " sticker "... Ya no hay nada que puedas hacer para no caer en la tentación de subir una foto de la fiesta de anoche con la intención de que todo el mundo la vea e indique que le ha gustado la foto. Y compites por el número de ellos. Y te fijas cada día. Etiquetas a los que salen en la foto y esperas deseosa o deseoso de que los demás ya se hayan fijado lo guapa o guapo que estabas y lo que hiciste, porque de eso se trata, ¿no? Sino... ¿por qué hiciste esa foto en la discoteca? A veces solo esperas que los demás reaccionen a lo que has puesto, que digan algo, o te pregunten por privado qué es lo que estuviste haciendo y quién era el chico ese que salía detrás de ti, al fondo, sonriendo, que si lo conoces y si conseguiste su número. Y si le llamaste. Parece que el ser humano ha evolucionado hacia el salseo constante, se mueve por emociones vacías y opacas que se destruyen con tan solo caminar en manada. Nos hem

F otógrafos con sus frases míticas de "capturar el instante decisivo", como Cartier-Bresson solía decir. Pero... en realidad, ¿podemos capturar una mentira? ¿podemos capturar con el objetivo de la cámara lo contrario a lo que estamos viviendo? Muchas veces no somos conscientes que vivimos en un entorno ficticio, que las personas no son lo que realmente son, que las sonrisas pueden ser lágrimas o que la luz simplemente es el reflejo de algo menor. No son instantes realmente, simplemente son sombras de lo que fueron, o de lo que creyeron ser. Tampoco son decisivos porque no determina nuestra vida, simplemente es un momento que hemos querido plasmar en algo tangible que podemos volver a vivir si miramos la fotografía más adelante. Pero lo más probable es que olvidamos lo que sentíamos, que no recordemos lo que comimos o qué hicimos después de esa imagen. Somos humanos y tenemos el poder de hacer creer que somos algo que en realidad no somos y que además podemos dejar plasmado p