Un millón de historias

U n infierno pintado de rosa. Un cielo oscuro como el corazón más impuro del universo. Una vida triste y otra no tanto. Un camino lleno de espinas, y un río vacío de odio. Ella camina sincera, sin maldad. Ella siente como la hierba crece bajo sus desnudos pies. Ella sabe que todo lo que le rodea no es real, sino que forma parte de sus sueños. Ella... Ella es consciente que la vida no le regala esas flores que se dibujan en el camino al mismo tiempo que su andar. Ella comprende que tiene más de lo que necesitaría, pero ya no puede rechazar todo lo que una vez pidió. Ella simplemente vive porque le dieron la vida. Ella vive aunque piense que hacerlo es igual de egoísta que pensar en la muerte. Ella es simplemente un cuerpo que se siente dirigido por una rutina y que no puede dejar de llevarse por la corriente que es la vida. Ella no se siente cansada ni llena de energía. Ella simplemente se siente como una más que pisa y piensa sin querer. Ella solamente quiere sentarse sin que alguien

Y la distancia nos separó. ¿A caso le hicimos mucho caso? Permíteme que conteste: no. ¿Qué iba a hacer ella? ¿Hacer que nuestra amistad acabara, por ejemplo? No tenía razones. Suelen decir que el mundo es un pañuelo, pero a veces pienso que el mundo tan solo es mundo porque nosotros le otorgamos ese significado. Para mí el mundo cabe en mis manos, por lo que no estamos tan lejos, ¿sabes? Estás más cerca de lo que crees.

T ic. La habitación parecía cada vez más pequeña, como si las paredes quisiesen mantenerme allí atrapada para siempre. Caminaba hacia la otra punta del pasillo. El tiempo parecía pasar demasiado lento allí abajo. Tac.  Me temblaban las piernas del frío que tenía. Caminaba abrazada a mí misma lo más rápido que podía. Notaba como mis dientes comenzaban a castañetear. Me preguntaba si podría salir de allí. Tic. Las rodillas empezaban a fallarme. Estuve a punto de caer de bruces al suelo cuando un ruido, que provenía de la puerta que había dejado atrás, me sobresaltó y me hizo espabilar. No había entrado allí para pasear ni para pensar en mi vida. Estaba allí para sobrevivir.  Tac. Notaba como mis minutos estaban contados. Sentía como si la vida me la estuvieran arrebatando desde el mismo instante en el que abrí la puerta del sótano. El corazón parecía sobresalir de mi pecho. Gritaba auxilio para salvarnos. Tic. Mi