Mind

No dejo de mirarte. Y esa rara sensación me agobia a cada instante.


La luz que entra por la ventana pinta colores en tu piel. Quedándose en tu sonrisa.

Tus dedos rozando las cuerdas de la guitarra, tocando esa perfecta melodía.

Tu mirada sobre la mía, deteniendo el tiempo que nos queda en aquella pequeña habitación.

Pensamientos inconfesables derruidos por nuestro temor. Jamás verán la luz.

Mis manos sujetando un libro que no avanza a pesar de la intención. 

Nuestros labios solo entienden cuando habla la improvisación.


No existe momento más perfecto. No hay lugar más inexacto. Que este en el que nos encontramos. Donde nuestras vidas no se hacen daño. Donde ambos coexistimos y nos sentimos como seres humanos.  

Pudimos resolverlo. Ese enigma inacabado. Indescifrables oraciones que nos llevaron a la desazón y al descontento. Pero solo por un momento. Colocamos las piezas. Y, pacientes, nos enfrentamos a nuestros propios miedos. Nos miramos. Nos fundimos, piel contra piel. Y lo sentimos. Ese momento en el que todo dejó de estar perdido. Ese momento donde tus manos y las mías se rozaron sin querer. Ese momento cuando nuestras voces se mezclaron y empastaron como ninguna otra antes.

Y ya está. Un terremoto hizo vibrar cada poro de mi piel, mostrándome, con total claridad, que tenía que estar ahí. Que ese era el momento. Que tú y yo éramos algo que sucede entre un millón.


"Let's make this minute a hundred years long".


Imagen Pinterest.

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