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Mostrando entradas de marzo, 2016

Cherish

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T al vez solo fuera un cuento. Tal vez solo fueran palabras escritas en un libro para niños. Tal vez solo fuera una historia tonta para niños, pero... todo queda en nuestra mente, todo sedimenta en nosotros y nos crea, nos hace las personas que actualmente somos y seremos.  Adivina cuá nto te quiero. Adivina por qué escribo, por qué nos escuchamos, por qué sentimos el tiempo.  Segundos, horas, meses, décadas. Quizás no seamos tan conscientes como pensamos del tiempo, de lo que significa, de lo que cuesta envejecer y ser personas. Quizás muramos sin saber por qué tuvimos el privilegio, o la mala suerte, de vivir.  Quizás tengamos que pensar más en el pasado para darnos cuenta de lo que somos y hacia donde vamos.  Adivina cuánto me importas. La madre conejo y el hijo conejo tenían un juego: adivinar cuánto se querían el uno al otro. El hijo intentaba saltar y levantar mucho los brazos para demostrarle a su madre cuánto le quería, pero él veía que ella podía quererle má

Crown

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P ríncipes y princesas que dejan de existir, que dejan de parecernos verosímiles.  Cuentos de hadas que se convierten en historias de terror, pero no sabíamos que siempre habían sido así. Ellos no han cambiado, lo hemos hecho nosotros.  Historias creadas para entretener, reglas impregnadas de sueños incapaces de cumplirse. Mentiras, lágrimas, peleas que ocultan la felicidad y los sueños. Sonrisas que se convierten en lágrimas sin saber por qué, sin comprender cómo hemos llegado a esto.  Libros, investigaciones sobre lo que fue. Pensamientos, opiniones sobre lo que somos. Coronas, vestidos y pensamientos felices transformados en sangre, heridas y mandatos. Sonríe , corre, alimenta tus ansias de conocimiento. Píntate esa corona que te mereces, porque eres la princesa, el príncipe, de tu vida. Borra aquellas historias mancilladas de maldad y escribe unas nuevas, unas en las que tú seas el protagonista o la protagonista. Nunca dejamos de ser niños y niñas inocentes, con

Sorry

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N os exigen disculpas. Nos piden que mintamos. Nos mandan que hagamos caso. Te equivocas y... ¿tengo que pedir disculpas por haberlo hecho mal sin querer? ¿Por salirme de la línea y saber que me he equivocado? Tendré que descubrir el mundo para saber qué es lo que soy y hacia adónde voy, ¿no? Nadie puede decirme la clase de persona que soy sin haberme probado a mí misma, sin haberme reído, amado, sufrido y temido. Nadie puede saber quién soy hasta que me haya equivocado cientos de veces y haya definido mi línea, ya sea continúa o discontinua, o tal vez haga eses por el camino hasta llegar a un posible nuevo desafío del que debo salir airosa, o no. Porque el karma está ahí, observando nuestros movimientos. Pero no siento haberme equivocado . Porque esos errores me han hecho como soy.  Todos me piden que debo pedir disculpas. Pero solo diré lo siento por no poder hacerlo.  Si no hubiera roto aquel vaso en la terraza con seis años, no me hubiera hecho una herida en forma de luna en