Un millón de historias

No importa lo que pase, lo que suceda, puedo salir de esta. Abrir la puerta y surcar los pensamientos que me aterraron. Soltar la carga por la borda y navegar más ligera. Claro. Sencillo suena.  Hace doscientas lunas que nos alejamos de la tierra. Doscientas lunas que nos separan de la libertad eterna. Unos piratas abordaron nuestro barco y somos sus prisioneros. Qué mala fortuna la nuestra. Tan solo íbamos a dar víveres a unos pueblerinos que se habían quedado sin hogar unas cuantas leguas de nuestro hogar. Se quemaron sus casas y sus cultivos se convirtieron en cenizas. Y, por culpa de estos seres, amigos y compañeros de viaje morirán antes de ver otro invierno.  Dormimos en la bodega. Apiñados por el frío del mar. Hablamos de la rebelión. De enfrentarnos al Capitán. De quitarle su corona de paja y devolver lo que se nos ha robado. Nuestra libertad, y la vida. Pero la mayoría de hombres están asustados. Quieren volver con sus familia. Les entiendo. Pero yo no tengo nada que

Su sombra irrumpió de golpe en nuestra vida.  Dicen que tienen siete vidas, y que no suelen desperdiciarlas.  Su silueta toma forma durante la noche, cuando es más libre, lejos de los rayos de sol que destruyen su alma.      La luna, provoca un destello en su pelaje que deja visible su verdadera naturaleza de felino extravagante y fiero.     Las estrellas miran a su verdadero Dios desde el cielo, aguardando la señal para salir ardiendo.     Sus garras rompen los enlaces de tu vida, dando paso a la siguiente fase de tu historia. Quizás, en otra vida, fueras un gato. Por eso te quieren tanto, por eso te sientes atraído por su elegancia y quietud.      Estas criaturas absorben parte de nuestra alma durante la noche. Alejando el mal de ellas, manteniendo la paz y la tranquilidad en nuestras inmundas vidas.  Entre las sombras, se pasea para advertirnos de que su presencia es más que bienvenida. Que sin ellos nuestras vidas serían solo eso: vidas. Con ellos la ave

Sabes lo que significa. Conoces las reglas, aunque no estén escritas. Está prohibido. Lo sabes. Así que deja de inventar historias. Tienes que centrarte. Debes lealtad a alguien. No a mí. No mates por mí. Mata por el Rey.  La campana nos obliga a cumplir con nuestro deber, no podemos hacer como si nada.  Si atacan el castillo, tenemos que defenderlo con uñas y dientes. Y, si me pasara algo, debes continuar, no puedes quedarte paralizado. No, esta vez no, porque no es un simulacro. Estamos para proteger al Rey.  Y no me repliques, sabes que lo odio. Coge tu arco y lárgate a tu posición. Vete y protege por lo que juraste hace ya tiempo. Yo no soy nadie. Lo sabes.  Soy una pieza reemplazable en este tablero. Tú también. Así que hagamos bien nuestro trabajo.  Si algo no saliera como debe ser, no mires atrás. Sigue. Continua con el plan. Salva al Rey. Salva a la Reina. Salva a los niños. Y déjame aquí. Yo no soy nadie. Y nos volveremos a ver. Quizás no e