Time

Era demasiado tarde. Todos lo sabíamos, lo comprendíamos. El tiempo había pasado demasiado rápido y no nos dimos cuenta. La vida se nos escapó de las manos. ¿El último adiós? Ninguno sabíamos cuando nos íbamos a volver a ver, si nuestras miradas se iban a encontrar de nuevo tras despedirnos... 

Vivimos en un constante devenir. Y a veces, a veces me pregunto si puede haber forma de saber cuándo será la última vez que veré a todas esas personas. Porque el tiempo pasa, y pasa cada vez más deprisa, y los amaneceres se desdibujarán algún día, y la vida se irá, se irá sin que podamos hacer nada para detenerla. 

¿Y si me hubiera quedado más tiempo sentada sobre la cama? ¿Y si te hubiera llamado más veces? ¿Y si...? El tiempo pasa, las decisiones se mantienen, nada cambiará lo que sentimos si lo sentimos de verdad. Porque el tiempo se lo lleva todo consigo. El tiempo se come a la vida. Nos quedamos bailando con unos segundos cuando nos sentimos perdidos, cuando comprendemos que nuestra vida está marcada por un reloj, que aunque lo ignoremos, siempre se mantendrá latente. Y no podemos hacer nada para remediar eso. Solo podemos vivir el tiempo, vivirlo como realmente queramos, malgastando las horas en aquello que de verdad amamos, siendo sinceros, amables y buenos. Siendo personas, humanos. Siendo lo que somos con las personas que conocemos, amamos y respetamos. Porque aunque no podamos ralentizar el tiempo, podemos vivir los momentos que creamos con nuestras decisiones.

Nunca deja de ser demasiado tarde. Siempre es pronto para hacer las cosas bien, para arreglarlas, solo tenemos que regalar parte de nuestro tiempo. Porque una mirada, vale segundos o minutos, un abrazo puede valer horas, o todo el tiempo que quieras otorgarle. Dedícale el tiempo que quieras a cada acción o gesto. Dedícale tu tiempo a las personas que quieres, porque es un regalo realmente, nadie te va a dar más del que tienes, pero puedes compartirlo, puedes hacerles felices sin a penas saberlo con unos segundos de tu tiempo.

Intenté comprender que no era demasiado tarde. Intenté demostrarme a mí misma que aquellos momentos con esas personas habían sido reales, que aunque no habían sido todos los que yo había querido, había estado, me había reído y vivido un momento de mi vida con todos y cada uno de ellos. Que aunque no habían sido todos, habían sido una gran mayoría, y que ellos habían sido una de las razones por las que amaba viajar. Pero las heridas no se curan de un día para otro, necesitan tiempo, ese tiempo que se agota con cada respiración. Pero durante ese tiempo, podía recordarles, podía revivir aquellos momentos con imágenes. Porque ahora podemos volver a verles de otra manera. El adiós es menos doloroso, aunque después nos demos cuenta que no volveremos a escuchar la puerta a las doce del medio día, o que ya no nos despedirá en la puerta al irnos de su casa. Liberaremos miles de lágrimas por el camino, hasta sanarnos por dentro, hasta curar todas esas heridas ahora tan abiertas que parece imposible ver el momento en el que cicatrizarán. Pero el tiempo nos ayudará a superar el dolor. 

"Seguimos descontando segundos, pero más conscientes de lo que significa".

Vía Imagen propia.

Comentarios