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Fire

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Nos movemos entre las sombras. Respiramos un oxígeno que ha dejado de ser puro. Nuestros pies, descalzos, rozan las llamas que surgen del subsuelo, y continuamos moviéndonos. Olvidándonos de lo que ocurrió, por tantas horas caminadas, por tantos recuerdos dejados en el aire que perpetua en nuestras pesadas almas. Y no nos damos cuenta de ello hasta que dejamos de existir, hasta que caemos en el vacío de la vida. Observamos lo que fuimos, lo que hicimos y ese mal que causamos sin saber lo que hacíamos. Y ya no podemos remediar lo que ocurrió. La vida prosigue, queramos o no.  Y caemos. Quisimos distinguirnos y pagamos un alto precio. El precio de la ambigüedad, del olvido y la desazón. Hicimos tantas cosas fuera de lugar que esas llamas que queman nuestros pies no son nada comparado con el mal que creamos sin querer. Esos sueños rotos que rompimos con nuestras propias manos y se deshicieron como copos de nieve en nuestras manos. ¿Cómo estuvimos tan ciegos? ¿Cómo dejamos de ver

Scared

Life scares me. Me da miedo la vida, y cuando le planto cara una ola me hace caer. No veo nada. Durante mucho tiempo, mi cuerpo se pasea de una orilla a otra. Como un fantasma más. Y, entonces, algo se enciende en mí. Una idea. Una salida. Consigo levantarme. Cansada. Rota. Esa sensación logra ponerme en pie, una energía nueva en mí. Pienso que será la definitiva. Pero...  no veo nada.  Todo se vuelve negro. Otra vez. No. Otra ola me hace caer con más fuerza.  El daño se multiplica. El agua me ahoga. I'm scared of life. 

Living

¿Y si no fuera tan malo querer estar sola a ojos de la sociedad?  La vida en sí es un compromiso.     Firmamos un contrato hasta el día de nuestra muerte. Por el camino podemos comer, divertirnos, trabajar, conocer a gente obligatoriamente y ser -en la medida de lo posible- simpáticos. Pero yo lo he pillado, ya sé por qué todo esto, por qué tenemos que seguir estar reglas: las reglas no escritas de aquel contrato que olvidamos haber firmado.     ¿Por qué tenemos la obligación de relacionarnos con otros? Dicen que porque somos seres racionales, sociales, que necesitamos relacionarnos con los demás para satisfacer nuestras necesidades, porque parece que somos la única especie que no para de parlotear. Pero... ¿alguien se da cuenta de que todos no somos así? ¿Alguien se ha parado a observar a ese porcentaje de personas que, por alguna razón, le gusta estar al margen de ese parloteo o contrato de la vida? Es como que a la vida le debemos algo, le debemos conocer a otras personas

Willful

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Qué difícil es.  Qué difícil es averiguar qué es lo que quieres hacer cuando te sientes perdida. Cuando no sabes cómo encajar entre las demás piezas del puzzle.  Qué difícil es saber qué es lo correcto y lo que no. Saber cuándo dar un paso al frente o quedarte quieta, completamente quieta. Qué difícil se hace querer cuando no quieres y no querer cuando quieres. Abrir tu corazón o dejarlo cerrado para que no siga rompiéndose. Qué difícil es cerrar las heridas que tantas veces se han abierto y dejar que se curen mientras otros las miran y las juzgan. Qué difícil es seguir por el camino que crees que tienes que caminar. Seguir los pasos que otros siguieron para conseguir algo parecido que otros tanto anhelan. Qué difícil es decir adiós a lo que más querías por tener miedo a enfrentarte a la vida. Qué difícil es la vida cuando quieres que sea más sencilla para poder hacer todas esas cosas que querrías hacer, y que llegas a alcanzar en tus sueños.  Q

Last

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D ejamos de ser quienes fuimos durante unos segundos y nos preguntamos por qué. Las causas de nuestro silencio. De por qué cuando nos volvemos a mirar a los ojos dejamos de ver lo mismo.  Desde hacía demasiado tiempo dejamos de sentir esa conexión que nos hacía ser inseparables. Dejamos de buscarnos despiertos y compartir nuestros pensamientos. Las cosas habían cambiado inexplicablemente, de la noche a la mañana, como se suele decir. Pero lo que me resultaba inverosímil era mi actitud: ¿por qué había dejado de amar a la persona por la que lo hubiera dado todo ayer? ¿Por qué las cosas habían cambiado de repente? La miraba y... solo sentía que estaba mirando a una persona, como cualquier otra, tumbada a mi lado en la cama. Veía su ropa tirada en la silla como si solo fuera eso, ropa. Su cara solía transmitirme paz, tranquilidad, deseos de besarla... pero ahora, en cambio, solo quería dejar de verla, porque empezaban a nacer sentimientos de apatía y desinterés.  Su mano, al rozar l