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No me gustan los números pares. Pero se suponía que este año era diferente. Todo estaba a mi favor, aparentemente. 

Era como que tenía una superstición. Algo que me decía que este año iba a ser Ese año que me cambiaría la vida. Un nuevo número. El comienzo de una nueva Era. No sé. Quizás siempre he estado equivocada y nunca me había dado cuenta. Puede ser. 

Tal vez.

Tal vez me vuelva a equivocar. Lo peor es que suele doler demasiado. Me asfixia el error. El no poder salir del pozo. Creerás que es una tontería, pero he estado encerrada toda mi vida. Olvidada en el centro de la incertidumbre. Marginada de las estrellas y los astros. Muriendo lentamente mientras que la vida creaba más y más. Pero sé que si vuelvo a errar... moriré de verdad. Dejaré de existir, y de mis cenizas no resurgirá nada. Se quedará todo en silencio, en un auténtico y pavoroso silencio. 

No soy nadie. Ni tampoco soy nada. Pero estoy ahí. Vagando entre el mundo y el submundo. Esperando el momento más oportuno para poder hacer lo que se me ha encomendado. Pero si vuelvo a fallar... si fallo... Y sé que lo haré, porque ya me ha pasado. Por eso esperaré. Esperaré a ese número impar que tanto ansío alcanzar. A tenerlos todos de mi lado. 

Esperaré a estar segura. Más segura de lo que nunca podré estarlo. Porque solo así podré conseguirlo. Sin lanzarme al vacío. Sin desperdiciar los pocos números que me queden. Sin dejar que la vida me arrebate lo que me pertenece. Seguiré viviendo. Seguiré maquinando ese plan que debe salir bien. Ensayaré en el laboratorio de mi mente. Prepararé el escenario para que todo salgo, más o menos, como quiero, como espero. Y después me lanzaré tranquila a los brazos del azar y la incertidumbre. 

Lo prometo. 


Lo haré. 


Pero será en otro número. 



Aunque esté me esté abrazando a medias. 




Aunque me apriete y me ahogue. 





No dejaré que me asfixie.


"Don't let them kill your voice".

Imagen Pinterest.

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