Darkness

We forget the rules.
We restart our lives.


Tal vez si todo hubiese comenzado diferente no estaríamos hoy aquí. O quizás si hubiera dicho que sí aquel día, mi vida hubiera virado un poco más al oeste, quizás. Pero nunca lo sabré, no podemos ir al pasado para cambiar nuestras elecciones. Yo estoy muerta, porque así lo decidí en su momento. O eso fue lo que sentí en un principio.


Era el 3 de diciembre de hace unos cuantos años atrás. Quizás fuera ya mayor para decidir por mí misma cosas de mayores. O quizás todavía no tuviera esa parte de mi yo más adulta desarrollada del todo. Y se me presentó una oportunidad frente a mi vida poco satisfactoria:

- Si tu infeliz eres aquí, te daré yo la clave para cambiar tu porvenir.

Esa voz tan evocadora que salió de ninguna parte de mi habitación me lleno por dentro. Llevaba días y días sin poder parar de llorar, y ya no recordaba por qué lo hacía. Pero... ¿quién era esa voz?

- No te preguntes mi procedencia, tan solo piensa con tu cabeza.

No paraba de preguntarme: ¿Por qué no tengo miedo? ¿Por qué mis lágrimas han cesado? ¿Por qué me calman sus palabras?

- Si quieres así seguir, algo de ti has de conferir. Y de ese modo yo entregar, tu más ansiada felicidad.

¡Mi felicidad! Era la paz y la calma lo que me iba a dar. No fui tan ingenua, ¿verdad? Estaba desprotegida, enfadada y triste. Deprimida y disgustada. Y esa voz me tranquilizaba, me estaba prometiendo que todo mi pesar iba a terminar. Y yo tan solo tenía que darle algo mío. Solo una cosa y yo podría volver a ser la persona que antes era. Las reglas comenzaban a cambiar y yo no me daba ni cuenta. Me levante y gire la cabeza buscando un indicio de la persona que me estaba hablando.

- Mantente quieta y yo podré salvarte. Pero has de darme lo más preciado que te envuelve. 

Yo, sin a penas pensar, le dije que cogiera lo que necesitara, que no me importaba, yo solo quería seguir sintiéndome así, como ella o él me había conseguido dejar: calmada, feliz, satisfecha.

- Está bien. 

Y tras esas dos palabras mi habitación desapareció ante mí, todos mis objetos comenzaron a volar a mi alrededor. Sentí como si levita y diera miles de vueltas. Me alcé dirección al cielo y sentí como el tiempo se paraba ante mí. Observé bajo mis pies mi ciudad. Pausada. Detenida. ¿Qué pasaba? Intenté hablar, pero ninguno sonido podía expresar. Y así, sin más, apareció un suelo oscuro, casi tan negro como la oscuridad. Decidí caminar hacia delante, pensando que así podría encontrarme con alguien que me pudiera explicar lo sucedido. Caminé durante lo que parecieron horas, pero no vi a nadie. Entonces decidí pararme, estaba cansada, y me senté en la oscuridad. Para mi sorpresa, antes de alcanzar el suelo, se formó de la nada una piedra donde poder sentarme. ¿Qué era eso? Me levanté asustada. Y comencé a correr sin razón alguna, por lo que me detuve. ¿Eso lo había conseguido yo? ¿Dónde estaba? Tenía que volver a probarlo. Pensaría en que debo sentarme, en una silla quizás. Pero tal vez las cosas no funcionaran así. Cerré los ojos, visualicé una silla delante de mí. Esperé un poco. No escuché ningún ruido que avecinara nada sobrenatural. Y abrí los ojos sin ninguna esperanza. Pero, para mi sorpresa, allí estaba. Una silla negra como el carbón estaba frente a mí. Sonreí satisfecha. Me senté y pensé en un batido de chocolate que apareció poco después en mi mano derecha. Miré al cielo, pero era tan oscuro como el suelo. No había sol, pero aún así podía verlo todo con absoluta claridad. No podía imaginar donde me podía encontrar. Pero aquella pregunta comenzaba a preocuparme poco. Tras unas horas probando lo que venían siendo mis nuevos poderes, escuché un ruido que provenía de mi izquierda. Me giré con rapidez.

- No te preocupes. No voy a hacerte nada. ¿Eres nueva por aquí?

Quise decirle que sí, pero seguía sin poder hablar, así que asentí. 

- Me llamo Adam, pero por aquí soy más conocido como Schöpfer. Supongo que nadie te habrá explicado nada, que habrás llegado de repente, sin haber pensado si quiera que podrías venir aquí de algún modo u otro. -Leyó mis preguntas que comenzaban a olvidárseme.- No te preocupes. Esto es Dunkelheit, la ciudad de la absoluta y eterna oscuridad, donde todo lo que sueñas y piensas se hace realidad. Aunque tenemos normas, leyes que permanecen entre nosotros desde hace cientos y miles de años. -Me quedé asombrada, casi petrificada, ¿qué significaban aquellas palabras?- Poco a poco te irás acostumbrando a esto. Eso sí, estás en un bosque y puede ser peligroso estar sola. Si quieres venir a la ciudad, tienes que venir por aquí. -Señaló el camino de la izquierda que comenzaba a dibujarse frente a él. ¿Era cosa de magia?- Seguro que te acostumbrarás a todo esto. No está para nada mal.

Y tan pronto como vino, hizo aparecer una rosa negra entre sus dedos y me la entregó con una sonrisa en sus labios.

Tal vez todo aquello no estuviera tan mal. Si no olvidamos que sigo muerta.


"We changed the rules. And then, we died".


Vía Tumblr

Comentarios