Gone

I loved him. 

No me di cuenta al principio. No ocurrió por casualidad. Ni las brujas que predicen el futuro sabían lo que iba a pasar. Nadie. 

No hicieron falta conjuros mágicos, ni pócimas secretas, ni llamadas a altas horas de la noche. No hizo falta que nos dijeran nada el uno del otro. Solo tenía que pasar tiempo, hablar, mirarnos, entendernos. Solo bastaba que el silencio hablara por nosotros y que nuestros sentimientos crecieran. Y, al menos en mí, lo hacían sin yo darme a penas cuenta. Lo miraba sin querer. Aparecía en mis pensamientos cuando menos me lo esperaba. Era él, y solo él. ¿Tenía que preocuparme? Pensaba que era un simple capricho, que sería como los demás, o como cuando eres pequeño que quieres un juguete y cuando al final lo consigues lo olvidas en lo más profundo de tu cajón. Pero una parte de mí sabía que no era así. Cada vez que aparecía en la habitación se me cortaba la respiración. Cada vez que pronunciaban su nombre me mantenía alerta, me giraba como si me llamaran a mí. No podía controlarme. Cuando comencé a ser consciente de mis sentimientos, tenía miedo. Tenía miedo por su reacción, por ser rechazado, por... Por estupideces, para ser sincero. Cuando explicaba las cosas tenía que esforzarme por mantenerme concentrado en lo que decía. Cuando me miraba tenía que esforzarme por mantenerme en pie. Cuando se acercaba tenía que controlar mi respiración. Y lo peor, es que se tenía que marcharse. Iba a verle irse, dejarme allí, dejarnos allí a todos. Y tenía que impedirlo, o al menos liberarme de aquel peso que iba a dejar en mi pecho. Tenía que saberlo. Tenía que decirle que estaría allí cuando volviera. Tenía que saber qué sentía, si era correspondido. 

- No te vayas. -Grité.

Todos los presentes se giraron. Llegué corriendo. Estaba sudando. Técnicamente no estaba invitado a la despedida de todos ellos. Pero me daba igual. Tenía que decírselo.

- ¿Qué haces aquí? -Uno de los guardias me detuvo.

- Yo... -intentaba coger aliento-, quiero hablar con Daemon. 

Daemon me miró a los ojos. Creo que intuía lo que iba a suceder. Caminó hacia mí. Tenía ya el traje puesto, como todos los que se iban con la nave.

- Jensen, no deberías estar aquí. -Su cara de preocupación era más que evidente. Pero su cara cambió a medida que avanzaba hacia mí.

- Tenía que decírtelo antes de que te fueras. Tienes que saberlo. -No deja de mirarme a los ojos sonriendo.

- Ya lo sé, Jensen. No tienes que decir nada. -Ya estaba a centímetros de mí. Sentía como si fuera a desvanecerme, como si fuera a estallar.

- Necesito decírtelo. -Miro hacia abajo y me miro las manos, vuelvo a mirarle- Daemon, yo estaré aquí cuando vuelvas. Bueno, en realidad. -Me muerdo el labio- No quiero que te marches. No tienes por qué la verdad. Ellos se pueden apañar sin ti. Aquí eres de más utilidad. Tú, aquí, este es tu sitio. Los de aquí te necesitan más. -Respiro profundamente- Yo te necesito -le terminé susurrando.

Nos miramos en silencio. No sabía qué hacer. 

- Tengo que irme. Pero volveré. -Daemon estaba distinto. Parecía más feliz que antes. Se acercó a mí y me besó en los labios.- Te prometo que volveré. -Me susurró antes de separar nuestros labios.

- Estaré aquí. Esperándote. -Quería mantener todo el tiempo posible aquel momento.

- Lo sé. -Nos abrazamos. Para mí fue un abrazo eterno, quería que aquel sentimiento permaneciera todo el tiempo que me fuera posible en mi mente. Quería sentir en cada poro de mi piel lo que sentía por él para siempre. 

Nos separamos y le deseé buena suerte.

- Te quiero. -Susurró antes de marcharse.

Y aquellas fueron las dos últimas palabras que pude escuchar que procedieron de él. Lo encontraron muerto en la estación espacial. Lo querían muerto. No lo necesitaban para las nuevas construcciones espaciales, lo querían muerto, porque era una amenaza para todos. Y ahora estaba muerto. Todo era una trampa. Nadie le necesitaba vivo, excepto yo. Era la mente más brillante y peligrosa de la Tierra. Pero yo le amaba.

"He was the first and the last"

Vía Tumblr.

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