See
N o lo quise entender, pero fue la respuesta a todo. A todas y cada una de las preguntas que se habían quedado sin respuesta. No eras tú, ni él, ni nadie. No tenía que mirar más alrededor para encontrar la cura, para sentirme a salvo. Tan solo tenía que mirarme al espejo. Tan solo tenía que mirarme a mí. Tan solo tenía que sentirme yo. Casi fue demasiado tarde. Casi volví a caer, de una caída que nunca hubiera podido recomponerme. Pero fui valiente. Me senté frente al espejo e intenté ver como miran ellos. Cómo me ven. Cambié mi forma de mirarme. Dejé de reprocharme, de insultarme, de infligirme daño. Dejé los malos pensamientos fuera por un momento. Y vi a una persona con el rímel corrido, triste y destrozada mirándose al espejo. Me recogí el pelo en una coleta. Cogí un pañuelo y me sequé las lágrimas. Pensé en las palabras que me dijo mi madre, en las de mi padre. Pensé en todo aquello que me habían repetido durante años y que yo me negué a escuchar. Comprendí que era yo la...