Smile

¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas de la primera vez que nos escapamos lejos de la ciudad? Nos sentimos tan libres que no puedo quitarme de la cabeza el sonido de la naturaleza. Aunque nos encontraron, creo que fueron las cinco horas más importantes de mi existencia. Me da igual que me digan que era demasiado joven para decirlo, pero lo fueron. Con mi casi diecinueve años viví la mejor experiencia de mi vida. 

Al principio no te vi convencida. A parte de tu transtorno sabia que eras una persona decente, que me comprendía, o al menos gran parte del tiempo. Pocas veces entendemos por qué estamos allí, porque nuestros seres queridos nos dejaron en un lugar donde podían hacerse cargo de nosotros. Pero la verdad es que me sentía prisionera, y ella también -aunque lo manifestaba menos que yo.

- ¿Pero no lo entiendes, Kate? -le decía constantemente.- Nos tienen aquí, encerradas entre estas cuatro paredes, y de vez en cuando nos sacan a pasear como si fuéramos sus mascotas. 

- Pero, Grace... aquí estamos mejor que en ningún otro sitio.

- Claro, eso nos hacen creer. Pero lo más probable es que en otro lugar podríamos hacer lo que nos plazca, como los demás.

- Déjalo ya, Grace. Enfadándote no conseguirás nada.

Y así acababan nuestras conversaciones sobre salir o no de allí. Poco recordaba yo de mi vida anterior. Desde los dieciséis estoy allí. Casi mil cien días en una habitación. Miento. He estado en tres. La primera vez sola. La segunda en la última planta. Y ahora tengo una querida compañera. Cuando ya le ha pasado el efecto de la medicación está más perceptiva. Yo en cambio no suelo tomarla, me siento dormida y vaga, y me gusta sentirme viva por dentro y por fuera. Por desobedecer me han castigado más de una vez, pero no puedo no enfrentarme a la autoridad. No me sale ser menos... yo.

Kate tenía el pelo negro, largo, un poco ondulado. Y los ojos verdes, tan verdes que podía ver las ramas de los árboles ondearse en sus pupilas. Cuando la vi mi primer año me enamoré de aquella bipolar con antecedentes suicidas. Fui una flecha que no pude esquivar. Y no podía salir de allí sin ella. No ahora que había conseguido lo que quería, verla todos los días. Había noches que me contaba por qué me quería, por qué estaba enamorada de mí.

- Eres como aire fresco. Como cuando estás ahogándote y abres la ventana y esa brisa fresca te da en la cara y te sientes mejor... así es como me haces sentir la mayoría del tiempo. 

- ¿Y la otra parte? -preguntaba curiosa.

- Es más de lo que ha conseguido el resto de personas que conozco, así que confórmate con eso por ahora.

Y su sonrisa debería ser la octava maravilla del mundo. Hacía desvanecer cualquier trágico pensamiento y detener el tiempo. Me cortaba la respiración cuando de repente me sonreía al verme alterada en cualquier situación cotidiana. A veces pensaba que era bruja o algo así y me tenía bajo su hechizo, pero eso ya lo hemos hablado y son paranoias mías.

Cuando nos fuimos lejos, le prometí que cuidaría de ella, pero ella se rió entre dientes. Sabía que ni yo misma podía cuidarme sola. Las voces que escuchaba en mi cabeza -casi en cada momento- eran tremendamente egoístas. No habían tenido tiempo de vivir sus vidas y me estaban robando la mía. Intentaba acallarlas, pero me tenía dominada. Pero cuando Kate estaba cerca... ella sí que sabía como mantenerlas a ralla. El cielo era azul, muy azul. Y todo olía a pino y a agua dulce. No recuerdo ser más feliz que en aquel momento. Ella estaba radiante, y por cómo me miraba, yo también debía parecerlo. 

Cuando nos escapamos Kate estaba en uno de esos días radiante, desplegaba felicidad y armonía a cada paso. Y entonces lo supe: era ese día o nunca podríamos intentarlo. Tenía todo preparado. Y en mi cabeza sonaban voces: «Grace deténte, no llegaréis ni a la esquina». «Grace será mejor que te mediques, estás delirando, ¿no creerás que Kate te quiere por ser tan impulsiva verdad? Te quiere porque estás a su lado cada día, nada más». «Será mejor que decidas cortarte las venas antes de salir, jamás lo conseguirás». «¿No recuerdas el plan de suicidio de hace cuatro años? ¡Ni eso fue bien!». Es cierto que ambas pasamos por lo mismo, más o menos. Es cierto que aquel intento no salió como esperaba. Pero estaba enamorada de ella, y quería llevarla a un lugar donde olvidarnos de lo que nos separaba de la gente corriente. Quería sentirme "normal" por un instante a su lado. A veces hacía caso a las voces, pero aquel día, nadie ni nada podía alejarme de mi idea y mi convicción de salir de allí y llevar al amor de mi vida a un lugar hermoso. 

Kate, a medida que nos acercábamos, pensaba que no habíamos hecho bien. Me decía que diera la vuelta. Que estaba mal lo que estábamos haciendo. Pero quería convencerla de lo contrario. Pero era ella la que me convencía con sus argumentos. Tenía razón, ¿cuándo no la tenía? Pero tenía que llegar. Tenía que hacerlo por ella. Unas lágrimas mostraron mi duelo interno. Quedaba poco, solo tenía que seguir unos kilómetros más al norte. Estábamos cerca. Muy cerca. Kate seguía con su plan para convencerme de que no estaba bien. Y yo luchaba contra la decisión de dar o no la vuelta. Y pare el coche al no haber salida.

- Da la vuelta Kate, tenemos que volver.

Salí del coche. Abrí su puerta y le pedí por favor que me acompañara. Las voces, cada vez más fuertes. Quería gritarles y hacerles salir de allí. 

- Kate, no está bien. ¡Para nada! 

- Si me quieres, ven conmigo -Le dije entre lágrimas.

Y veinte pasos más al norte estaba aquella vista que nos quitó los problemas y nos alejó de nuestra realidad. Sentí como su mano se entrelazaba con la mía. La sentí vibrar conmigo. Ambas lloramos y admiramos el paisaje mientras nuestros cazadores estaban acercándose. Antes de volvernos a meter en la jaula y a prohibir escapar de nuevo. No volvimos a poder volar. Pero cada noche, antes de que el sueño nos venciera, cerrábamos los ojos y disfrutábamos de aquellas horas solas, a salvo entre la magia de los árboles y del agua. 

"Do you remember when we felt free for once?"


Vía Tumblr


Comentarios