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No lo quise entender, pero fue la respuesta a todo. A todas y cada una de las preguntas que se habían quedado sin respuesta. No eras tú, ni él, ni nadie. No tenía que mirar más alrededor para encontrar la cura, para sentirme a salvo. Tan solo tenía que mirarme al espejo. Tan solo tenía que mirarme a mí. Tan solo tenía que sentirme yo. 
Casi fue demasiado tarde. Casi volví a caer, de una caída que nunca hubiera podido recomponerme. Pero fui valiente. Me senté frente al espejo e intenté ver como miran ellos. Cómo me ven. Cambié mi forma de mirarme. Dejé de reprocharme, de insultarme, de infligirme daño. Dejé los malos pensamientos fuera por un momento. Y vi a una persona con el rímel corrido, triste y destrozada mirándose al espejo. Me recogí el pelo en una coleta. Cogí un pañuelo y me sequé las lágrimas. Pensé en las palabras que me dijo mi madre, en las de mi padre. Pensé en todo aquello que me habían repetido durante años y que yo me negué a escuchar. Comprendí que era yo la que tenía que cambiar. Comprendí que si yo lograba quererme como ellos lo hacían, quizás podría salir de aquel agujero. Quizás podría volver a caminar de nuevo como lo solía hacer antes. Era un problema de mirar la vida, tan solo era eso. Pero es lo más complicado de todo. Tendría que mantenerme firme, recordarme lo que he aprendido. No sería un camino fácil. Pero seguro que la recompensa es mucho mayor. Ya no volvería a caerme igual. El dolor cesará. Las lágrimas dejarán de brotar. Tan solo tengo que sonreír. Aceptar. Y amarme.

"I choose to love me"

Via Polyvore.

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