Waiting


Esperas, sentada en el alfeizar de la ventana. Miras por todas partes, y eso que esperas nunca aparece. Llega un momento en el que olvidas qué era eso que estabas esperando, lo que te mantenía despierta cada noche, lo que te daba ganas de continuar con lo que estabas haciendo, olvidas tu motivación para seguir esperando. Y la poca esperanza se desvanece. Te mueves por intuición, pero no piensas. Haces las cosas de siempre, pero por rutina. Tus ganas se han marchado, como tu espera. Aún así tu cuerpo sigue esperando sin que te des cuenta. Aunque la alegría se haya pausado por un tiempo, sigues teniéndola, tan solo tienes que activarla, pulsar los botones adecuados para que vuelva a funcionar como antes. No te hundas por algo que ya no recuerdas. Pasa la página, comienza un nuevo capítulo, descubre un nuevo libro. La tristeza no tiene por qué formar parte de tu vida. Pero no escuchas, tan solo oyes los ruidos que dejas entrar en tu cabeza. Cada tarde vuelves al alféizar y miras por todas partes. Los meses han pasado y sigues empeñada en que algo sucederá, que no lo recuerdas, pero sabes que algo va a pasar. Tienes la mirada perdida todo el tiempo, no prestas atención a nada. Los demás se dan cuenta, y algunos te dan de lado, otros te apoyan, pero se cansan de levantarte cada día. A veces muestras una sonrisa torcida, pero es insuficiente para los que te rodean. Intentan hacerte sentir lo mismo de antes, pero no pueden ayudarte si no les dejas hacerlo. No valen sonrisas huecas, no sirven sonrisas inversas. Prefiero una sonrisa sincera a nada. Prefiero que seas feliz de dentro a fuera que no al revés. Y entonces, sin más sonríes mirando hacia donde siempre. Los ojos se te empañan y te pones de pie de salto. Corres hasta la puerta de la entrada entre lágrimas y sales corriendo por la calle en pijama. De un camión baja un hombre con un uniforme militar junto con una maleta de mano. Tiene la mirada cansada. Se gira y ve a la chica correr hacia él. No puedo reprimirse las lágrimas, ha pasado tanto tiempo que pensaba que se había olvidado de él. Camina tembloroso hacia ella y la acoge entre sus brazos. La aferra con todas sus fuerzas mientras le besa sobre el cabello. Ella no deja de llorar. Al fin, lo que más anhelaba, lo tiene junto a ella, podía sentirlo y ya no le dejaría escapar nunca más. Le pediría que jamás le volviera a dejar, que se quedara allí, en la casa, con ella para siempre. No podría volver a vivir en la incertidumbre nunca más, era demasiado. Alzó la cabeza para mirarlo y observó su rostro. Estaba más delgado que antes de irse, pero seguía siendo el mismo, el corazón seguía reproduciendo la misma melodía. Ya estaba a salvo, ya no tenía que volver a sufrir más por su ausencia, la vida volvería a ser la misma. Ahora podían volver a sonreír como solían hacerlo.


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