Sense


Desde pequeña, esperando a que algo pasara para hacer algo. Esperando a que alguien me diera una oportunidad. Esperando para que mi vida tuviera sentido. Cuando tan solo tenía cinco años y los demás niños jugaban con plastilina, ya solía preguntarme cosas que ni tan siquiera los mayores se preguntaban. Mi pregunta de los seis fue la siguiente: Mamá, ¿sabes por qué la gente se pone triste? No obtuve respuesta, pero yo me la estaba construyendo. La gente se pone triste porque sueña, se crea sus propias expectativas y al ver que no llegan se entristecen, o se comparan con otras personas que son mejores, aparentemente, que ellas. Aprendí sola a escribir, aunque me ayudaron a leer, porque escribía sin sentido, solo copiaba las letras de los libros que mi padre leía. Y comencé a escribir mis pensamientos con cinco años. Me preocupaban cosas que no debía, por ejemplo: en mi barrio había niñas mayores que llegaban corriendo a casa y no sabía el por qué. Un día me acerqué a casa de mi vecina, sin decírselo a mi madre. Llamé al timbre y esperé a que me abriera. Anne salió con los ojos rojos y me sonrió. Pero yo no sonreía, le miré y le dije muy seriamente, intentando ser lo más comprensiva posible: ¿por qué lloras? No me cerró la puerta, ni me contestó mal, ni me gritó, ni me llamó niña entrometida como en el patio del cole. Tan solo me dijo: ¿Quieres pasar y te doy una galleta? Se me encendieron los ojos de alegría, una niña mucho mayor que yo se portaba bien conmigo sin tener que hacerlo. Yo quería saber qué era lo que le hacía llorar, y después de tener la galleta en la mano, le miré y se lo volví a preguntar, pero esta vez añadía: No me gusta ver llorar a los demás. A lo que ella me contestó con una amplia sonrisa, y me dijo: Son cosas de mayores, quizás no lo entenderás. La seguí mirando sin probar la galleta: Puedes probar a decírmelo, a lo mejor sí que puedo ayudarte. Tampoco comprendía por qué le hacía sonreír tanto, era una de las chicas más tristes que jamás había visto, pero ahora que he crecido sé por qué: era la única que se lo había preguntado de verdad y quería saber la respuesta, era la única que se había preocupado por ella. Y me abrazó. Le devolví el abrazo con miedo de que se me cayera la galleta o le manchara el pelo con el azúcar de ésta. Me contó que el chico que le había pedido salir hacía ya dos años se había ido con otra chica, y que era su amiga. Me contó que ella estaba enamorada, y que le había roto el corazón. Me dijo que pensaba que el amor era de otra manera, se creía que era para siempre, pero que ya había dejado de creer. Me confesó que había pensado en el futuro con él, que hasta hacía dos semanas había pensando en casarse con él y tener familia. Estaba realmente enamorada de aquel chico que había acabado con su felicidad. La escuché atentamente mientras me comía mi querida galleta. Después me tocó a mí el turno de hablar. No tenía nada muy inteligente que decir aparentemente, porque las únicas relaciones que había visto eran las del patio de recreo del parvulario, nada más. Pero todo el mundo estaba equivocado, yo sabía más, incluso más de lo que yo misma imaginaba. Él no era tu alma gemela, le dije sin importar lo que me contestara. Yo creo que cada persona conoce a la persona adecuada en el momento más adecuado, pero nunca sabemos eso, porque estamos demasiado ciegos, somos muy egoístas para darnos cuenta, así que nos toca sufrir, pero no te vengas abajo, porque no merece tus lágrimas, tú eres muy inteligente, vas a la universidad y eres muy guapa. Seguro que tu persona especial está en alguna parte y todavía no la has conocido o no te habías dado cuenta de que estaba ahí para ti. Sonreí esperando algo. Nadie me había dicho nada parecido antes, me abraza más fuerte que antes, gracias pequeña, eres muy inteligente, perceptiva y observadora, vas a llegar muy lejos. Quince años más tarde, sigo sentada en el mismo césped, observando y esperando, pensando, intentando encontrar sentido a mi propia vida. No entiendo por qué puedo entender tan bien a los demás y no encontrar sentido a nada para mí. Aquella mujer tiene familia, se casó con su media naranja y me tiene en gran estima, ella sabe que para mí hay cosas maravillosas, que no le doy tiempo a mi vida para que me regale todo lo que tiene por llegar, que tan solo tengo veinte años, y que mi vida solo acaba de empezar.

"No busques sentido a las cosas que suceden sin sentido"

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