Everything

Había tenido un largo y horroroso día. Tan solo tenía ganas de volver a casa. Y nada más salir a la calle para volver... comienza a llover. ¿Por qué cuando todo te va mal parece que puede ir peor? No quiero planteármelo en el este momento, no tengo ánimos. Además, no hay ningún taxi ni autobús que pueda llevarme. Al menos tengo el paraguas que mi subconsciente me ha recordado coger antes de salir esta mañana. Menos mal. Cuando tan solo me quedan tres manzanas para llegar... un coche pasa demasiado deprisa, por lo que me moja muy educadamente con el agua que había encallada cerca de una alcantarilla. Le miro con una sonrisa tan forzada que acaba doliéndome la frente. A la lluvia le acompaña el viento y con ello mi mal humor. Sí, todo podía empeorar. Cuando tan solo queda una manzana escucho pasos. Alguien venía corriendo hacia mí, y el viento me hizo soltar el paraguas por lo que salió volando y un hombre empapado se puso frente a mí. No pudo no sonreír. Era él. El hombre por el que todas las mañanas sonreía al ver amanecer. No me preguntaba qué hacía allí, en medio de la lluvia y sin paraguas. Vi que se arrodillaba, que me miraba a los ojos y todo lo que ocurría a mi alrededor se detenía. Tan solo existíamos él y yo en aquel instante. Cuando amas a alguien, ¿qué importa que llueva, nieve o truene? Tan solo te importa esa persona, estar con ella. Y allí estábamos sobre aquellas gotas que ya no notaba sobre mí. Cogió mis manos entre las suyas, y murmuró "amor mío". Me comenzaron a surgir unas lágrimas que se confundieron con las gotas de lluvia. Sacaste una pequeña caja azul, no podías parar de sonreír. Y yo no me podía creer lo que iba a ocurrir a continuación. Era demasiado perfecto, emocionante, romántico... y era real. Era mi realidad. Me sentía la princesa de un cuento de hadas, pero aquello estaba pasando de verdad. Mis manos estaban entre las suyas mientras me estaba hablando. Aquel hombre con el que un día decidí comenzar un nuevo e inmejorable capítulo de mi vida estaba arrodillado frente a mí en la lluvia con un anillo en una mano. Él, el chico de mi sueños, pronunció las palabras que jamás podría olvidar alguien, y yo nunca podría borrar de mi mente: "No podría imaginarme una vida sin ti. No me imagino despertarme todas las mañanas sin que tú estés a mi lado. No podría acostumbrarme a la soledad de nuevo después de haber compartido tantos momentos contigo. Vida, eres mi vida, y por ello yo te entrego la mía. Llevo pensando en este momento tanto tiempo que no recuerdo las palabras que intenté memorizar para dedicarte en este momento, pero creo que esto es mejor, creo que salir hoy a buscarte al trabajo es lo mejor que se me ha podido ocurrir, amor. Y por ello, aquí, mientras la lluvia nos moja sin tan siquiera darnos cuenta, te pido que si aceptar casarte conmigo, si quieres ser mi compañera eterna de viaje, si no te importaría seguir soportando mis defectos y alabando mis virtudes, si aceptas ser la esposa de este pobre hombre que daría la vida por ti". Durante aquellas palabras estuve observándole a los ojos y reviviendo esos momentos que me constataron lo que sentía verdaderamente por él. Todas sus palabras era de verdad, las sentía, podía notarlo en su mirada, en la forma en que pronunciaba cada una de aquellas imborrables palabras. Y no había otra palabra que yo pudiera ocultarte. "Sí", dije tras tu última palabra. No te dio tiempo a reaccionar. Sin ponerme el anillo te levantaste y me abrazaste. Ambos llorábamos y después un beso selló lo que próximamente iba a suceder.

"You will be always my everything"

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