Un millón de historias

E scúchame.  Escúchame y me comprenderás. Hace años que dejé de reír. De pensar en mí. Olvidé quién fui. Quién quería ser. Pero lo comprendí. Comprendí el por qué. Debí ser más perspicaz. Darme cuenta de la verdad. Pero fui un necio, como todos los demás. Olvidé pensar en lo importante, una vez más. Y me preguntarás por qué, por qué creo así. Pero no cabe otra respuesta, ninguna coherente. Dejé de sonreír al comprender la realidad. Al ver la soledad y la tristeza de mi alrededor. ¿Por qué no seguir igual?  ¿Por qué deprimirme? Porque jamás volvería a sentir lo que sentía al mirarme. Jamás volvería a sentirme libre como un día lo fui. Tenía que seguir. Adaptarme. O morir en el intento. Tenía que acostumbrarme a vivir sin ella. Sin ella de nuevo. "Forgetting how I felt with my inspiration. Forgetting how I was with her". Vía Blogspot .

N o es fácil. No es fácil cuando la pierdes. Porque ella se va. Notas como el aire se la lleva y sabes que jamás volverá. Jamás volverá, porque ya no te pertenece. Dejaste de tener poder sobre ella. Y decidió marcharse hacia otro lugar. Pero, ¿dónde está cuando la necesitas? ¿Dónde está cuando no sabes qué hacer? Solo oscuridad. Soledad. Frío. Nada más. ¿Y qué hacer cuando no queda nada? ¿Qué hacer cuando no puedes respirar? Dejarte llevar. Como una vez hizo ella. Y ya está. Sin infringir ninguna regla. Sin pestañear. Y se volvió a alejar. "The motivation is gone, again". Vía Favim .

¿Te imaginas que nos perdemos en algún lugar tan alejado que olvidamos el camino de vuelta? I magínate que escogemos este camino. Sin saber adónde va. Lo seguimos hasta que nos cansamos, hasta que olvidamos por qué comenzamos a caminar. Y después nos paramos. Miramos atrás y... ya no recordamos por donde volver. Y entonces tenemos que seguir. Tenemos que seguir la senda que nos queda por conocer, dejando atrás los pasos que ya hemos dado.  Imagínate qué nos puede deparar el destino. Qué es lo que esconde el final del camino. Existen tantas posibilidades que no puedo crear esas imagen en mi cabeza. Han ocurrido ya tantas cosas que no puedo pensar en las que están por venir. ¿Tendremos miedo? ¿Encontraremos la felicidad, o ya somos felices?  Quizás... Quizás debamos detenernos un minuto y contemplar donde estamos. Quizás consigamos volver. Me por nerviosa la incertidumbre. Pero tú me coges del brazo y me empujas para seguir hacia delante. Me das la fuerza para continuar por

¿ T e atreves? Dime si te atreverías a cruzar la calle con los ojos cerrados, sabiendo que hay miles de coches que pasan en ese momento. Dime, ¿te atreves? Juguemos a un juego . Tú, sin conocerme, te fías de mí. Dejas tu destino en mis manos, y cuando consiga mi objetivo, tu vida volverá a ser tuya de nuevo. ¿Qué me dices?  Entra en esa casa, y aunque sientas miedo deberás quedarte dentro. Deberás quedarte hasta que el miedo forme parte de ti. Hasta que sientas tal terror que pienses que ya no te importa de lo interiorizado que lo tienes.  No te muevas.  No corras.  No grites.  Aunque sientas una mano helado sobre tu hombro. Aunque sientas las garras de un ser inexplicable. Aunque sientas que la sangre te resbala por la rodilla. Aunque estés muriendo. Cuando oigas mi voz sal. Sal, pero no corras. Despacio. Sin temblar. Sin suciedad. Sin sangre. Sin miedo. Sal y dime que no has sentido nada. Dime que te has divertido. Y el juego habrá termino.

No hubo lugar. Ni momento. Ni tiempo. No hubo lugar donde vernos. Los dos tímidos, ingenuos, niños. Nos fuimos, nos fuimos alejando, sin querer volver a vernos. Es triste. Es triste pensar en lo que sentimos. Revivir. Revivir el momento repentino. Morir. Morimos en silencio. Pensando, pensando por qué lo hicimos. Decisiones.  Decisiones inciertas, fuera de lugar. Lejos de estereotipos. Lejos del mar. Buscando un sentido. Pero no lo hay. Buscando la manera. Pero no la hay. Buscando la salida. Que no existe. Escribiendo por nada. Respirando para vivir. Terminar de soñar. Rimar sin sentir. "Just write to survive".

Solo recuerdo salir corriendo de allí. Las sombras me acechaban.  ¿Por dónde debía seguir? ¿Cuál era el camino? Estaba perdida. Quería volver a sentirme yo.  A salvo. Pero jamás volveré a estarlo. A quella noche todo terminó. La vida. La luz. Me adentré en la oscuridad. Las sombras me encontraron y, ya era demasiado tarde para salir airosa de allí. Ya era demasiado tarde para... vivir.  No sé cómo explicarlo, pero sentí como mi propia sombra me agarraba el tobillo y tiraba de mí hacia el interior de la tierra. Sentí como mi pie se adentraba entre el asfalto y se quedaba allí mientras yo lo miraba. El pánico se dibujó en mi cara. ¿Qué estaba pasando? Al instante, me vi sumida en la más profunda oscuridad, lejos de aquello que conocía. No podía ni ver más allá de mis manos.  Todo oscuridad. No existía el sonido. Estaba sola. Correr no me serviría de nada, porque ¿adónde iría? ¿Y si me caigo al vacío? La angustia me recorría cada centímetr

U na nube nos cegó completamente. Como si un gas muy denso se hubiera introducido en nuestros cerebros. No podíamos correr, no podíamos hacer nada. Simplemente dejamos que el pánico nos recorriera de arriba abajo. Solo conocimos esa sensación hasta que... hasta que dejamos de sentir.  No sé cómo describirlo. Simplemente no existen las palabras para decirte que lo que vi, lo que sentí no existe realmente. O eso creo yo. Porque el pánico desapareció para dejarle espacio a la calma, a la paz. El estrés de la tormenta se desvaneció tan rápido que me asusté, pero al instante nada. Nada. ¿Pero cómo? ¿Por qué? ¿Por qué a mí? Solo recuerdo la nube en mi cabeza. Solo recuerdo el miedo y terror que sentí por no saber hacia donde nos dirigíamos con tanta lluvia. Y nada más. Ahora no hay nada. Un espacio vacío lleno de aire. Sin sentimientos ni emociones. Vacío de vida. Vacío de mí, de nosotros.  Y me pregunto, ¿dónde estás? Porque recuerdo que estábamos juntos. Recuerdo que gritabas de d

¿Que qué pasó? C recimos. Nos olvidamos de quién fuimos. Olvidamos por qué corríamos, porque nadie nos perseguía. Olvidamos lo que no escribimos. Y fui inevitable. Porque tuvimos que crecer. Y lo sabías.  Lo sabías, porque lo hablamos aquella noche bajo las estrellas. Cuando me confesaste que jamás sería como tu padre. Cuando me dijiste que volverías a la universidad para acabar de formarte. Porque no querías ser un Don Nadie. Porque querías terminar lo que empezaste. Porque no querías decepcionar a tu madre, pero tampoco querías decepcionarte a ti mismo. Lo sabías.  Sabías que cambiaríamos. Que aquel verano iba a ser diferente. Porque dejamos de ser niños. Dejamos de perseguir pompas de jabón para ser más realistas. Dejamos la vida fácil para enfrentarnos a la realidad más cruel que existe.  Y lo sabías. Sabías que tomando esa decisión todo nuestro mundo daría un giro de 180 grados. Y la tomaste por ti, por todo lo que te importaba. Igual que yo. Aunque a

Maybe we change the password of our mind. ¿Recuerdas como todo era más sencillo? Tan solo teníamos que seguir nuestros sentimientos y así podíamos llegar a cualquier lado. Pero. Ahora... ¿Qué nos ha pasado? "We change, inevitably" Vía Favim . Parte I (Easy).

Persigue tus sueños. Una máxima que te repiten. Que te repites. Pero... ¿qué pasa cuando esos sueños están difusos? ¿Cuándo no sabes cuáles son? Entonces... ¿qué persigues? T odavía no era demasiado tarde, pero ella pensaba que sí. Había pasado más de la mitad de su existencia sentada en una silla, viendo como los demás vivían su vida. Mientras, ella pensaba en la felicidad de los demás, en cómo vivían, en qué hacían, olvidándose de vivir.  Nunca se preguntó cuál era su sueño. Nunca se preguntó qué quería hacer cuando fuera lo suficientemente mayor como para elegir sin pensar en nadie. Nunca se preguntó qué era lo que se le daba bien realmente. Y llegó su momento en el que le sacaron de la jaula y se sintió más vacía si cabía que antes. Nunca antes sintió un vacío tan hondo como entonces. ¿Podía ser cierto eso?  Tantas posibilidades, tantas cosas que no había hecho, pero que tampoco echaba de menos. Tantas puertas abiertas, y otras con llave que deseaba saber qué hab

N o me olvides. No olvides el pasado. Lo que construimos y lo que soñamos. No me olvides. No olvides que te quise. Te quise por algo. Me dijiste te quiero tantas veces que ya he olvidado la cantidad. Pero te quise, ya no lo hago. Pero aún así, no me olvides. No olvides que la distancia no fue un obstáculo para nosotros. Simplemente fue una piedra que saltamos para ser más fuertes, para querernos durante más tiempo. No olvides las fotos, los mensajes de madrugada y las llamadas con sorpresa de los sábados por la mañana. No me olvides. No olvides nuestros secretos. Las cosas que nos contamos y dijimos que jamás le contaríamos a nadie. Porque confié en ti, y lo sigo haciendo. No me olvides. No olvides... No olvides los silencios, ni las miradas entre tanta gente. Esas palabras que nadie escuchaba, pero nosotros no dejábamos de decirnos sin decir nada. No me olvides. No olvides lo cursi que parecías cuando me veías triste y querías ver una sonrisa en mi rostro. O cuando

Queríamos conocer los secretos de todos y guardarnos los nuestros bajo llave,  hasta el día de nuestra muerte.  Pero nos vieron.  Supieron lo que hacíamos.  Se dieron cuenta de que les espiábamos, que vivíamos a partir de ellos, que nos emborrachábamos de sus risas y sus dramas.  Temían nuestras  armas, nuestros micros escondidos entre sus muebles, y las cámaras de sus dormitorios.  Y cada día, a las seis,  nos sentábamos frente al televisor del sótano  para ver qué es lo que hacían tras la cena,  para verles en ropa interior en sus dormitorios y  para ver a sus hijos salir por la ventana de su cuarto  un viernes por la noche para ir a una fiesta de disfraces de la chica rica del instituto.  Temían las conversaciones que habían tenido desde que nosotros llegamos allí,  de todo lo que habían dicho,  de las claves de las tarjetas de crédito y  de la caja fuerte que guardaban tras un cuadro,  en una pared falsa de su dormitorio.  Cretinos.  Nos

No habrá momento ni lugar donde vernos. No existirá el recuerdo porque jamás hubo un encuentro. Ni nuestras miradas, ni nuestros labios algo compartieron. No habrá lugar ni momento entre nosotros. Porque jamás existió lo que pienso. "There will not be any moment for us " Vía Pinterest .

N acimos para conocernos.  Nacimos para no ser vistos y disfrutar de la invisibilidad hasta que la realidad nos la quitara para llevársela ella.  Nos temían.  Nos tenían envidia.  Y nosotros solo llegamos aquí por mera intuición, porque queríamos escapar. Queríamos volver a ser los mismos desconocidos para todos los demás.  Nos solían señalar con el dedo cuando dejamos la capa de invisibilidad. Nos miraban con desprecio cuando nosotros solo queríamos vivir en paz.  Siempre supe que debía salir de allí, que no encajaría cuando el velo se cayera con el tiempo. Tenía que aprender a sobrevivir, encontrar mi compañero o compañera de viaje y largaron.  Y para ello solo tenía que observar. Mirar más allá. Fijarme en las diferencias, en las similitudes.  Tenía que ver si había otra persona como yo, incapaz de mantener la vista al frente sin encontrarse con una mirada de desaprobación.  Estaba allí, con la cabeza gacha, deseando desaparecer. Como si hubieran pasado tr

C omencé. Comencé pensando en el final, en cómo sería echar la vista atrás y pensar en todo lo que había conseguido. Y me olvidé de vivir cada momento del proceso. Olvidé sentarme y reflexionar sobre las decisiones que me llevarían al final de todo. Ahora me encuentro en un punto de no retorno. Un punto de inflexión entre la finalización de algo que nunca fue mío y la posibilidad de poder hacer algo nuevo. Algo que sea totalmente mío. Pero no sé qué puede ser, no encuentro las palabras adecuadas para expresarme. Me encuentro mirando al horizonte, buscando las respuestas a las preguntas que no se realizarme. Entre las rocas que una vez fueron sueños y mirando al mar, sin saber adónde me llevarán las olas. No quiero perderme de nuevo. Quiero controlar, al menos lo que esté en mi mano, la dirección que me llevaría tomar una decisión u otra. Pero después pienso y... la única verdad que sé realmente es que solo podré controlar cómo comienzo de nuevo. Porque adónde me deparará el nuev

P erdida . En mitad del bosque. Junto a un monumento extraño. ¿Un hogar abandonado? ¿Un castillo en ruinas? Maleza por todas partes. Desorientada . Me gustaría recordar cómo llegué aquí. ¿Estoy soñando? Es como si estuviera dentro de un cuento de hadas, y me encuentro en el lugar donde la malvada bruja me va a tender una trampa. Pero en mi realidad no existen esos príncipes que contaban de pequeña. En mi realidad existen terribles monstruos que salen de debajo de la cama y se escapan del armario al anochecer.  Miedo.  En mi realidad solo existe una heroína, pero ahora mismo está tan aterrada que prefiere mantenerse muy dentro de mí.  Es de noche y tan solo hay una farola en mitad del bosque, si es que esto es un bosque. Las ramas de los árboles dibujan criaturas extrañas en el suelo lleno de hojas secas que hacen ruido bajo la suela de mis zapatos. Mi vestido negro está roto. He estirado cuando me quedé atrapada entre unos árboles y la tela se rompió. No me importa más que mi vida

Estaban enamorados. Se robaban sonrisas, guiños de ojos, mensajes, caricias. Pero todo en secreto. Les acechaban miradas, palabras malsonantes. Y ellos solo querían encontrar un lugar donde refugiarse, donde no sentirse diferentes.  Evitar las miradas de desconocidos que no comprenden algo tan natural. Pero se equivocaron de lugar, era un poco más lejos de allí, y tuvieron que seguir caminando.  Aún así, se quedaron, pensando que cambiarían, que comprenderían la realidad, que aceptarían lo que hay y podía haber las personas que juzgaban sin saber. Pensaban comprenderían que no había nada de malo en todo aquello. Pero se equivocaron en todo. En pensar, en actuar, en decir. Los demás no podían aceptar que no todos tenemos que ser iguales, formar parte de una homogeneidad ridícula. Creyeron que el mundo avanzaría a su paso, que dejarían a un lado lo absurdo que era seguir aparentando que todo debía seguir como hasta entonces. Pero se equivocaron.  Lucharon por no ser juzgados

M iles de pesadillas me invaden desde hace un año. No recuerdo que pasó para soñar con aquella joven sin rostro. Todas las noches la sigo en sueños, esperando a que se dé la vuelta para ver quién es. Hablamos, pero siempre olvido preguntarle su nombre.  ¿Quién eres, chica misteriosa? Pero siempre termina igual. Mi cuello entre sus manos. El pelo sobre su rostro. Y yo muriendo ahogado sin poder hacer nada para impedirlo.  Tiene la piel pálida como la nieve. Desearía ver al menos sus ojos. Saber de qué color son o si son como todo lo demás.  Un día, mientras estaba esperando en la parada del metro, en la vía de enfrente, vi la silueta de una mujer. Me levanté y me acerqué a la vía, un minuto antes de que el metro parara. ¿Acaso era ella? Tenía rostro, como todas las personas, no era un sueño, lo sabría. No estaba corriendo como en mis pesadillas. Y justo a tiempo, alguien tiró de mí para que el metro no me matara. Cuando se puso en marcha, la mujer desapareció. ¿Y si era e

V eo una foto y aparece una historia. Se dibuja en mi mente como si fuera parte de algo más grande. Y de repente siento que llega a su fin en un momento determinado. Nunca sucede de la misma forma. No existe un regla que seguir en estos casos. No sé cuánto durará. No sé de quién hablaré. No sé si está del todo bien. Simplemente me dejo llevar, como si se tratase de la corriente de un río por el que debo navegar. Y llegado el momento debo poner punto y final, añadir una frase en cursiva y guardarla, o publicarla en ese preciso instante. Nunca sé qué pasará después, si encontraré otra imagen que me haga sentir algo, o que hable por sí misma. Pero siempre me preguntó: ¿quién hizo esa fotografía? ¿Qué estaba pensando cuando pulsaba el botón que haría trascender ese momento? ¿Pensaba que podría llegar hasta aquí? Quién sabe las respuestas. Tal vez no existan.  Y como puedes observar, no existe una fotografía para esta entrada. No es un relato en sí, solamente es una historia más, una

N o lo quise entender, pero fue la respuesta a todo. A todas y cada una de las preguntas que se habían quedado sin respuesta. No eras tú, ni él, ni nadie. No tenía que mirar más alrededor para encontrar la cura, para sentirme a salvo. Tan solo tenía que mirarme al espejo. Tan solo tenía que mirarme a mí. Tan solo tenía que sentirme yo.  Casi fue demasiado tarde. Casi volví a caer, de una caída que nunca hubiera podido recomponerme. Pero fui valiente. Me senté frente al espejo e intenté ver como miran ellos. Cómo me ven. Cambié mi forma de mirarme. Dejé de reprocharme, de insultarme, de infligirme daño. Dejé los malos pensamientos fuera por un momento. Y vi a una persona con el rímel corrido, triste y destrozada mirándose al espejo. Me recogí el pelo en una coleta. Cogí un pañuelo y me sequé las lágrimas. Pensé en las palabras que me dijo mi madre, en las de mi padre. Pensé en todo aquello que me habían repetido durante años y que yo me negué a escuchar. Comprendí que era yo la que

¿ T e acuerdas? ¿Te acuerdas de la primera vez que nos escapamos lejos de la ciudad? Nos sentimos tan libres que no puedo quitarme de la cabeza el sonido de la naturaleza. Aunque nos encontraron, creo que fueron las cinco horas más importantes de mi existencia. Me da igual que me digan que era demasiado joven para decirlo, pero lo fueron. Con mi casi diecinueve años viví la mejor experiencia de mi vida.  Al principio no te vi convencida. A parte de tu transtorno sabia que eras una persona decente, que me comprendía, o al menos gran parte del tiempo. Pocas veces entendemos por qué estamos allí, porque nuestros seres queridos nos dejaron en un lugar donde podían hacerse cargo de nosotros. Pero la verdad es que me sentía prisionera, y ella también -aunque lo manifestaba menos que yo. - ¿Pero no lo entiendes, Kate? -le decía constantemente.- Nos tienen aquí, encerradas entre estas cuatro paredes, y de vez en cuando nos sacan a pasear como si fuéramos sus mascotas.  - Pero, Gra

We were infinite.  We feel the fucking future in our hands, fading, vanish with the smoke of our cigarette. Pensamos que podemos serlo todo. Intentamos olvidar el miedo y las penas. Creemos que los monstruos se fueron de debajo de la cama cuando comenzamos a crecer y pensar que ya no existían. Pero entonces salimos a la calle un día, y ahí están, esperándonos para acabar con nosotros. No quería pensar en ellos, quería desvanecerme con el humo de mi cigarro, huir con el aroma del alcohol de cuarenta grados. Quiero dormir en camas ajenas y disfrutar del roce de su piel.  No crecer.  Estancarme.  Morir.  Dejando de ser quien soy por un segundo. Ser como el humo. Volar. Crecer y desvanecerme. Quiero sentirme infinita de nuevo. Colarme entre tus labios y rozar tus dientes con los míos.  ¿Qué intentas decirme cuando te alborotas el pelo frente a mí? ¿Te gusto? Dímelo y no perdamos el tiempo. No sabemos cuando maduraremos del todo y será demasiado tarde para.

H asta cuándo. ¿Hasta cuándo así? ¿Hasta cuándo tendré que ocultar mi verdadera identidad? ¿Tengo que esperar a que la gente se acostumbre? ¿Tengo que ver cómo me miran cuando muestro mi verdadero yo? ¿Tengo que matarlos para que comprendan quién soy? Estoy cansado. Y cuando estoy cansado solo quiero matarlos, verles sufrir, oler su sangre y convertirme en ellos cuando estaban vivos. Revivir sus emociones y sentimientos hacia aquellas personas que amaron, hacia aquellos lugares que llamaron hogar. Pero no te equivoques... Yo no quiero ser como ellos . Me gustar ser quien soy. A veces me gusta infligir daño. Sentarme en la cafetería y verles sufrir sin hacer nada. Mirarles y esperar a que la vida les mate. Mirarles y esperar a que su palpitante corazón deje de latir por casualidad. Eso pasó así. No hice nada. Pero ellos sí. Ellos me miraron con desprecio. Ellos me insultaron. Ellos fueron los que me pegaron. Ellos fueron los que juzgaron mi presencia. Ellos... temen quien soy. Y no deb

Ahora. Después. Tal vez. Quizás. Horas. Meses. Décadas. Saludos. Amor. Despedidas. Odio. Tristeza. Desesperación. Cantidad. Vejez. Miseria. Alegría. Joven. Inteligencia. Absurdo. Belleza. Ingenua. Próspera. Veintitrés. Malestar. Felicidad. Equidad. Sufrimiento. Imaginación. Seguridad. Deformidad. Ubicación. Naturalidad. Educado. Bienestar. Musical.  Interminable silencio. Camino. Sin tocar el suelo. ¿Estoy volando? ¿Estoy despierta? No siento ni el frío, ni el calor. Tampoco siento que mi corazón lata. Perdona, ¿dónde estoy? Pero nadie responde. Mi cabeza da vueltas todo el tiempo. No hay nada ordenado, solo ideas, sentimientos pasados y posibles situaciones futuras. Nada. Pregunto, nadie responde. Me pongo nerviosa por no saber qué hacer. Reorganizo mis ideas, y al segundo, ya no están bien, están incluso peor que al principio.  Las voces de la gente. Sus problemas. Sus vidas. Rebotan en el interior de mi cabeza. Crean una coraza, una sensación de malestar permanente. No

I loved him.  No me di cuenta al principio. No ocurrió por casualidad. Ni las brujas que predicen el futuro sabían lo que iba a pasar. Nadie.  No hicieron falta conjuros mágicos, ni pócimas secretas, ni llamadas a altas horas de la noche. No hizo falta que nos dijeran nada el uno del otro. Solo tenía que pasar tiempo, hablar, mirarnos, entendernos. Solo bastaba que el silencio hablara por nosotros y que nuestros sentimientos crecieran. Y, al menos en mí, lo hacían sin yo darme a penas cuenta. Lo miraba sin querer. Aparecía en mis pensamientos cuando menos me lo esperaba. Era él, y solo él. ¿Tenía que preocuparme? Pensaba que era un simple capricho, que sería como los demás, o como cuando eres pequeño que quieres un juguete y cuando al final lo consigues lo olvidas en lo más profundo de tu cajón. Pero una parte de mí sabía que no era así. Cada vez que aparecía en la habitación se me cortaba la respiración. Cada vez que pronunciaban su nombre me mantenía alerta, me giraba como